Soy de ésas
que piensa que en el cielo no hay normas, barreras o límites, por eso me siento
tan libre en un avión. No importan las horas de vuelo, siempre acabo
encontrando el momento para escribir, un momento en el que me siento en
absoluta paz.
Hoy he leído
que los aeropuertos son el lugar en el que empezamos un nuevo camino en
soledad, un lugar en el que podemos
mirar al pasado y proyectar nuestro futuro, o mejor dicho, nuestros deseos
de futuro. No puedo estar más de acuerdo.
Cojo
aviones desde que soy una niña, consecuencias de tener una familia repartida por
el mundo, por ese motivo me he acostumbrado, desde muy pequeña, a viajar sola,
a sentirme cómoda en aeropuertos.
Y es que
independientemente del destino, encuentro un extraño placer, una cierta
melancolía, cada vez que me voy y cada vez que vuelvo. Hoy el avión es de los de vuelta y estoy tranquila.
Tranquila
puede parecer insignificante pero, con el paso del tiempo, me he dado cuenta de
que tranquila
es como escalar el Everest en tacones, como encontrar una pepita de oro en la
quinta avenida o surfear una ola de 15 metros. Tranquila es la paz del corazón, y eso… eso no es comparable con
nada.
Es curioso
cómo siempre vamos en busca de grandes experiencias, de grandes aventuras cuando
lo que anhelamos realmente es la tranquilidad, y esta la encuentras en las cosas más
insignificantes y cotidianas: un paseo en moto por la Gran Vía de Madrid de
madrugada, una sonrisa de una amiga, una caña en la plaza que nos vio crecer y
hasta en un plato de huevo escalfado con patata trufada. Podría decir que la tranquilidad es lo que pasa cuando miras
al miedo a los ojos y éste te responde con una caricia cómplice.
Tranquilidad
es crecer junto a los que te quieren, y ver crecer a los que quieres.
Tranquilidad es saber, por fin, en qué consiste quererse.
Cada vez
viajo más y cada vez que lo hago aprendo algo. En cada avión de vuelta me encuentro nuevamente mirando por la ventana, sonriendo como
una tonta ante una nueva lección aprendida y sintiéndome, por alguna extraña razón, en casa.
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