23.3.14

TARDES DE CAFÉ BOMBÓN


Una calle abierta al sol, ése que empieza a salir justo cuando acaba el invierno, es la culpable de que esté hoy aquí, sentada en esta cafetería que ha aguantado muchas tardes de café bombón y soledad. Pero hoy no es igual. Hoy espero a alguien en mi sitio favorito de toda la cafetería. Es un huequito pequeño con tan sólo una mesita y dos sillas. Hay una ventana que te permite fantasear con las vidas de los desconocidos con los que compartes uno o dos segundos como mucho, que es aproximadamente el tiempo que tardan en pasar por delante de la ventana. Espero tu llegada con miedo, no sé si la coraza que creó mi querido amigo el dolor está eliminada todavía. No sé si mi corazón y alma son libres aun. 

Un café… y dos… y tres. Te cuento como me empaché de dulce en un día amargo. Y me hablas, pero sobretodo me escuchas y me analizas a partes iguales. Me da miedo callar porque el silencio supone tu palabra. Tu palabra me aterroriza, como lo hace la verdad; sabes que va a llegar como una flecha directa al corazón. Y este sangra, y duele y aprende… Lloro. Las lágrimas caen por mi mejilla directas a este café convirtiéndolo en un mar salado. Y de repente, no hay palabras. No puedo articular mentira alguna, ni disimular ante tu mirada escondida, que desnuda mi alma. 

Cinco horas en el sitio de mi recreo, acompañada. Los cafés dieron paso a los gintonics, las lágrimas a las risas y, de repente, todo tuvo otro color. Tanto tiempo esperando un poco de tu amor había merecido la pena. Por fin disfrutaba de un rato de esos que te enseña, que te llena; uno de esos momentos que merece la pena vivir. Se acercaba el final y cuanto más cerca estaba mayor era mi miedo. Pero como todo lo que empieza tiene que acabar, nuestro tiempo juntos también llegó a su fin.


Te digo con mi pelo, con mi cuello y con mis gestos que te puedes ir, que a pesar de todo yo me quedo aquí, en mi huequito, mirando por la ventana el sol que ya no está, soñando con compartir algo más que dos segundos con alguno de esos desconocidos que algún día me devolverá la mirada.

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